Todo queda en un recuerdo. Miles de horas a su lado que esfuman en un momento de luz celestial que a penas dura un instante. Todo, absolutamente cada parte y cada instante, se evaporan. Pero esperas, esperas con las ansias y la esperanza de volver a verle. De volver a ver a lo único que da sentido a tu vida, y al resto del mundo. Te olvidas de todo; de los tuyos, de tu vida, incluso de ti misma. Te olvidas de todo, menos de él, y sigues con la esperanza de que, algún día, vuelva.
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